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Hoy día la riqueza de los países se mide con la riqueza del conocimiento que posee. Lamentablemente México ocupa uno de los últimos lugares en cuanto a la educación de los países de la OCDE, y todavía mas lamentable es darse cuenta que no solamente es difícil con las políticas actuales escalar posiciones, sino que la brecha se va ampliando. ¿Qué se puede hacer en lo que respecta a la arquitectura y al urbanismo para romper esa inercia?
La enseñanza de la arquitectura y el urbanismo deben ser replanteados ante las nuevas circunstancias que privan en este inicio del tercer milenio.
Se vive una época de profundos cambios: la sociedad en general es distinta hoy de lo que fue hace apenas unos años, y particularmente las nuevas generaciones que se acercan a las aulas difieren mucho de las anteriores, son personas que nacieron y crecieron con un teclado de computadora al lado, cuyo uso para ellos es completamente natural, mientras que una buena cantidad de profesores apenas si utiliza algunos de los programas mas elementales, reconfigurando las relaciones comunicativas y por consiguiente los procesos de enseñanza-aprendizaje. Por otra parte la profesión misma se está adecuando a estas circunstancias, dado que “las nuevas tecnologías” han modificado sus esquemas de funcionamiento, por lo que la universidad debe realizar un profundo y continuo análisis sobre el plan de estudios y la manera de interactuar con sus alumnos, que permita definir que conocimientos son pertinentes en la realidad actual.
Es una situación muy compleja pero ¿Cómo debe la universidad preparar a las nuevas generaciones de arquitectos y urbanistas para que sean capaces de enfrentar esa problemática?
Al mismo tiempo a la universidad se le presenta otra disyuntiva: siendo el conocimiento ese factor fundamental en la generación de la riqueza, entendiéndolo aquí como generador de calidad de vida ¿Cuál debe ser su papel fundamental: crear el conocimiento o solo participar en su transmisión?
La enseñanza de la arquitectura y el urbanismo deben ser replanteados ante las nuevas circunstancias que privan en este inicio del tercer milenio.
Se vive una época de profundos cambios: la sociedad en general es distinta hoy de lo que fue hace apenas unos años, y particularmente las nuevas generaciones que se acercan a las aulas difieren mucho de las anteriores, son personas que nacieron y crecieron con un teclado de computadora al lado, cuyo uso para ellos es completamente natural, mientras que una buena cantidad de profesores apenas si utiliza algunos de los programas mas elementales, reconfigurando las relaciones comunicativas y por consiguiente los procesos de enseñanza-aprendizaje. Por otra parte la profesión misma se está adecuando a estas circunstancias, dado que “las nuevas tecnologías” han modificado sus esquemas de funcionamiento, por lo que la universidad debe realizar un profundo y continuo análisis sobre el plan de estudios y la manera de interactuar con sus alumnos, que permita definir que conocimientos son pertinentes en la realidad actual.
Es una situación muy compleja pero ¿Cómo debe la universidad preparar a las nuevas generaciones de arquitectos y urbanistas para que sean capaces de enfrentar esa problemática?
Al mismo tiempo a la universidad se le presenta otra disyuntiva: siendo el conocimiento ese factor fundamental en la generación de la riqueza, entendiéndolo aquí como generador de calidad de vida ¿Cuál debe ser su papel fundamental: crear el conocimiento o solo participar en su transmisión?
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